Sexismo, feminismo y la prostitucion en Brasil

By: Alyssa Haney

Abstract

The morality and legality of prostitution is largely debated across the world. Brazil is no exception. Although prostitution is currently legal in this country, and in most countries of Latin America, many groups question whether this is the best course of action to promote human rights. Prostitution is a dangerous industry, with many Brazilian prostitutes suffering from violence and disease, and many children being forced into it. Others go further and argue that it is one of the most dangerous faces of sexism in a country, and serves as a violent mechanism to control female sexuality. Many cite these consequences to argue that prostitution should be criminalized. Others, however, argue that instead of treating prostitutes as victims, the solution instead is to empower prostitutes and protect them as workers. This is the belief behind a powerful political movement in Brazil, which began in the late seventies. This essay explores prostitution in Brazil, including its consequences and the various proposed solutions, through a feminist and human rights lens to better understand the relationship between sexism and prostitution.

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Sexismo, feminismo y la prostitución en Brasil

Introducción

La prostitución se conoce como la industria más vieja del mundo. Hoy en día, esta antigua industria es más fuerte que nunca, con 42 millones de prostitutas en el mundo (Lubin, 2012). La prevalencia mundial de esta industria representa diferentes ideas para diferentes personas. Algunos grupos se enfocan en cómo la prostitución sirve como un símbolo de las desigualdades que fastidian a la sociedad, más específicamente, cómo la prostitución sirve como una cara de la objetivación y marginalización de las mujeres. Este ensayo se enfoca en la prostitución en Brasil como una representación intensa de las consecuencias del sexismo. Se emplea la historia, las estadísticas, y las teorías feministas para guiar el análisis.

Visión de conjunto de la prostitución 

Hoy en día, hay aproximadamente un poco más de un millón de personas que ejercen la prostitución en Brasil[1], y hay 750,000 prostitutas brasileñas trabajando en otros países del mundo, con la mayoría en Europa (Foynes, 2013; Cuevas-Morales 2009). La prostitución es legal en casi todos los países de América Latina, salvo los países franceses del noreste (Suriname, Guyana, Guyana Francesa; Chart Bin, s.f.). En Brasil, es legal ser prostituta, pero no ser chulo, ni propietario/a de un burdel (Pro-Con, 2011; Murray, s.f.). Dos años después de que la prostitución fuera legalizada en 2000, fue incluida en los trabajos definidos en la Clasificación Brasileña de Ocupaciones (Murray, s.f.). El CBO define a la prostitución como un trabajo que las personas hacen “on their own initiative,”  que significa que nadie puede controlar ni poseer a una prostituta, y ella actúa como su propia jefa (CBO, s.f.).

Por ser más o menos considerada como una profesión normal, hay muchos componentes de la prostitución que se ve en otras ocupaciones. Como define el CBO, cada prostituta tiene que asistir a una clase sobre el sexo seguro. En adición a esta clase requerida, el gobierno también ofrece clases suplementarias, como clases de belleza, cuidado personal, planificación presupuestaria y clases vocacionales sobre fuentes alternativas de ingreso. También existen sindicatos y otras organizaciones que ofrecen recursos económicos y médicos a las prostitutas (CBO, s.f.).

Desafíos y consecuencias

Aunque es una actividad legal, la prostitución está rodeada por muchas consecuencias ilegales, y es una profesión muy peligrosa por muchas razones. En los EE.UU., por ejemplo, la esperanza de vida de las prostitutas  después de empezar a ejercer la profesión es solo siete años (End Demand Illinois, s.f.). En la descripción de la prostitución en el CBO, dice “there are… risks of getting STD infections, experiencing bad treatment, street violence and death” (CBO, s.f.). La ONG[2] Davida cita los siguientes abusos como los más comunes: la agresión física y sexual, el fraude por parte de los clientes, el rechazo de los hombres a usar los condones, la discriminación, el no tener un lugar para dormir y la falta de acceso a servicios médicos (Davida, s.f.). De todos estos, el riesgo más común es la violencia. No hay estadísticas específicas para Brasil, pero en los EEUU, 80% de las prostitutas dan parte de haber experimentado la agresión[3], y se puede suponer, según la información provista por Davida, que la tasa es similar en Brasil (End Demand Illinois, s.f., s.f.). Según Davida, la agresión más común es la agresión física perpetrada por la policía brasileña, un fenómeno que ha aumentado en los años que preceden la Copa Mundial (Davida, s.f.).

De los riesgos mencionados antes, el rechazo de los hombres a usar los condones y la falta de acceso a servicios médicos también son particularmente importantes porque impactan a la sociedad entera. El trabajo sexual femenino es un contribuyente prominente a la transmisión global del VIH (Wolf, Driscoll, Degenhardt, Neira and Calleja, 2013). Sin embargo, aunque esta profesión contribuye a la transmisión del VIH, no tienen la culpa entera las prostitutas. Los clientes más frecuentes de las prostitutas son los hombres casados (Azeredo, 1999). Por eso, el no usar condón no significa que los clientes solamente vayan a propagar los ETS (más importante el VIH) entre sí mismos y las prostitutas, sino también a sus esposas y otras parejas sexuales (Azeredo 1999). Estos patrones de comportamiento ponen en riesgo a muchas mujeres (Azeredo, 1999). Aunque el VIH impacta a la sociedad entera, las prostitutas sufren más las repercusiones.  Mientras la prostitución es reconocida como una profesión, el beneficio de este reconocimiento es limitado porque no tienen seguro médico (Azeredo 1999, Murray, s.f.). Por eso, su acceso a los servicios médicos generales y sexuales tiende a ser más limitado.

Por ser legal, muchas mujeres eligen[4] la prostitución como profesión. Sin embargo, como se ve en muchos otros países, legalizar la prostitución muchas veces aumenta la incidencia del tráfico sexual. Ahora, el 15% de las mujeres traficadas dentro de la región vienen de Brasil (UNODC[5], 2012). El número de mujeres traficadas aumenta con los flujos de turistas, así que Brasil ha visto un aumento drástico durante la preparación para la Copa Mundial y los Juegos Olímpicos (Norrild, 2007). En Brasil, el grupo más vulnerable a la explotación sexual son las adolescentes (Mundo Cristiano 2012). Aunque la edad de consentimiento en Brasil son los 14 años, la prostitución es ilegal para los jóvenes menos de los 18 años (The Economist, 2012; Mundo Cristiano, 2012). Sin embargo, sigue habiendo una cantidad inmensa de prostitutas infantiles: con 250,000 menores de edad que participan en la prosticución, Brasil es el segundo del mundo en el número de prostitutas infantiles (Mundo Cristiano, 2012). Aunque muchas jóvenes son traficadas, muchas también entran debido a la necesidad. Muchas veces, las madres ponen a sus hijas en la prostitución para que ganen dinero para su familia. Ya que viven en comunidades con mucha actividad sexual, ha dejado de ser una estigma tan perjudicadora (Mundo Cristiano, 2012).

La prostitución como un problema feminista

Muchos grupos ejercen la prostitución, y como resultado se enfrentan con los problemas mencionados anteriormente. Sin embargo, aunque los niños, hombres, travestis, etc. recurren también a la prostitución, las mujeres y las niñas entran en la prostitución más que cualquier otro grupo (Politics of Prostitution, s.f.; Cuevas-Morales, 2009). Esta sección explora el por qué de esta tradición.

Primero, hay que tomar en cuenta las bases culturales. El machismo es un fenómeno que influye en la cultura de Brasil, como en muchos otros países del mundo. El machismo se define como “la actitud de prepotencia de los hombres respecto a las mujeres” (Real Academia Española, s.f.). Aunque esta definición les culpa a los hombres por la supresión del papel femenino en la sociedad, según la historiadora brasileña Mary del Priore, el machismo explica más un sentimiento de una sociedad entera y el problema más importante no es el machismo de los hombres, sino de las mujeres (Fabeni, 2013). En general, el machismo propone la desigualdad de género, y da más libertad a los hombres sexualmente, económicamente, y físicamente.

La prostitución se constituye, en parte, por la influencia de estas categorías de desigualdad. Históricamente, la prostitución les ofrece a los hombres más oportunidades para el sexo y el dominio (Politics of Prostitution, s.f.). Además, limita a las mujeres porque prácticamente la única manera en que pueden interactuar con esta industria es como prostituta, y no como cliente, y ser prostituta lleva a la estigmatización social (Politics of Prostitution, s.f.). Argumentan muchas feministas que la prostitución es una de las maneras en que una sociedad patriarcal controla a las mujeres al categorizarlas en dos grupos: las castas y las desviadas (Politicis of Prostitution, s.f.; Azeredo, 1999). Los líderes del partido comunista en España mantienen que, por esta dinámica, la prostitución es ligada a la desigualdad (Aduriz, 2012).

Esta desigualdad sexual también se presenta en la forma de cómo son representadas las mujeres en los medios populares. Un evento que ejemplifica las representaciones cuestionables es el concurso de “Miss BumBum de Brasil.” Este concurso reunió a mujeres de todas partes del país en una competencia por el título del mejor trasero (CNN Español, 2013). Sus fotos se compartieron en internet durante el concurso. Estas representaciones, creen muchos grupos, presentan a las mujeres como objetos sexuales (Aló, 2013; Norrild, 2007). Tales imágenes son directamente ligadas a la prostitución, según el académico brasileño Norrild (2007). La prostitución es una industria turística muy importante en Brasil, así que muchos folletos turísticos figuran a las mujeres casi desnudas, con el mensaje implícito que las mujeres brasileñas siempre desean el sexo, y se lo ofrecen ávidamente a los turistas en cualquier momento (Norrild, 2007).

La prostitución también representa la desigualdad económica entre los hombres y las mujeres. La gran mayoría de las prostitutas brasileñas dicen que empezaron a ejercer la prostitución debido a razones económicas (Azeredo, 1999; Mundo Cristiano, 2012). Brasil, como muchos otros países del mundo, tiene una notable brecha salarial entre los géneros y la diferencia agudiza aun más entre las mujeres de grupos minoritarios (Menicucci, 2012; Guimarães, 2003). Según Guimarães (2003), los hombres blancos son el grupo que más gana en Brasil. Ellos vienen seguidos de los hombres negros, luego las mujeres blancas, y por último las mujeres negras. Por eso, las mujeres sienten más presión económica y buscan maneras desviadas de ganar la vida porque las industrias más estables no les ofrecen oportunidades iguales (Menicucci, 2012; Guimarães, 2003).

Soluciones

Hay miles de soluciones para los problemas asociados con la prostitución. Esta sección explora algunas de las más discutidas inclusive organizar a las prostitutas e intentar a cambiar la cultura.

Movimiento político

Una de las soluciones más discutidas en Brasil es el movimiento político. Este movimiento fue dirigido principalmente por Gabriela Leite, una ex-prostituta que estudió sociología (Azeredo). Leite murió al fin del 2013 de cáncer, pero dejó un legado muy importante (Moda, 2013). La primera movilización ocurrió en 1979 cuando las prostitutas y los travestis fueron organizados por Leite para luchar contra la discriminación que estaban experimentando (Davida, s.f.). A esta protesta le siguieron otras durante la democratización de Brasil después de las dictaduras (Murray, s.f.). Casi diez años después de la primera movilización, Leite organizó la primera Reunión Nacional de Prostitutas en 1987, durante la cual establecieron La Red de Prostitutas Brasileñas (Davida, s.f.). Esta red fue creada para establecer varios centros de recursos para las prostitutas y entre los logros más importantes fue la creación de las clases mencionadas anteriormente (Davida, s.f.; Murray, s.f.). En 1992, se fundó Davida, una organización para promover los derechos humanos de las prostitutas. Davida coordina las reuniones regionales, los centros de salud y varios otros aspectos de la Red de Prostitutas. Aunque existe Davida, la Red intenta descentralizar el poder (Davida, s.f.). Para mantener esta descentralización, la Red envía a una prostituta diferente cada año para representar el grupo durante la Conferencia Nacional sobre los Derechos Humanos en Brasilia (Davida, s.f.).

Este movimiento no ha crecido muy rápidamente debido a algunas dificultades. Según Leite y otras organizadoras, es difícil organizar a las prostitutas porque muchas veces no quieren ser parte de un movimiento porque no son orgullosas de su profesión (Azeredo, 1999). Pese a este desafío, el movimiento político ha tenido mucho éxito en ganar y asegurar protección para las prostitutas, particularmente en cuanto a la salud. La Red colabora con el Ministerio de Salud para crear Anuncios de Servicio Público y dedicar más fondos para proveer recursos médicos a las prostitutas (Murray, s.f.). Debido a este trabajo, junto con otras iniciativas, Brasil ha sido reconocido como uno de los países más dedicados a controlar el problema del SIDA en América Latina, y creen algunos en la ONU que “Brasil puede ser el primer país en terminar con el SIDA”  (AFP, 2012). El gobierno de Brasil mostró su apoyo al “movimiento organizado” cuando rechazó más de 40 millones de dólares de los EEUU para el SIDA cuando dijo el gobierno estadounidense que solamente podía recibir el dinero si se criminalizaba la prostitución Brasil (Murray, s.f.). El gobierno mostró aun más apoyo al movimiento cuando en 2008, el UNFPA[6] consultó con prostitutas organizadas para crear un informe sobre los derechos humanos de las prostitutas brasileñas (Davida, s.f.).

Cambiar la cultura

En adición a estos movimientos políticos, varios grupos están trabajando para cambiar la cultura. Una de las maneras más importantes para realizar esta meta es por cambiar las imágenes de la mujer. Recientemente, la Secretaria de la Mujer—un departamento del gobierno—luchó para quitar un anuncio sexista que mostró a la top model Gisele Buendchen caminando en lencería transparente. Argumentó este departamento, y los grupos que apoyaron a la decisión del departamento, que este anuncio es otro ejemplo de las imágenes continuas que cosifican a las mujeres. Al final, el anuncio fue emitido, pero la lucha muestra la importancia que cada vez más personas le dan a la representación de las mujeres en los medios de comunicación. Este fenómeno es evidente en muchos aspectos de la sociedad. Como se mencionó antes, muchas veces los folletos turísticos figuran a mujeres prácticamente desnudas. Un grupo en el estado brasileño de Buzios luchó para prohibir la representación de las mujeres en una manera hiper-sexualizada en los folletos. Este grupo ganó, y ahora los folletos sobre Buzios se enfocan más en la geografía en lugar de las mujeres como atracciones turísticas (Norrild, 2007).

Además de cambiar las imágenes, muchas personas están tratando de “cambiar la mentalidad a través de un giro en la educación que modifique el concepto de las mujeres como objetos sexuales” (Aduriz, 2012). Muchas escuelas públicas empezaron programas de educación sexual que incluyen información sobre los derechos de género y, específicamente, las realidades de la prostitución (Mundo Cristiano, 2012). Estos programas intentan cambiar la mentalidad que tienen los niños sobre la posición de la mujer y disminuir la cantidad de niñas que practican la prostitución (Mundo Cristiano, 2012). Algunos programas parecidos se han sido implementado en otros países latinoamericanos y tienen mucho éxito (Wilson, 2011).

La última manera de cambiar la cultura es algo que promueven muchos grupos y consiste en erradicar la brecha salarial entre los géneros. Como se ha mencionado antes, la mayoría de las mujeres empiezan a trabajar en la prostitución debido a las necesidades económicas. Si las mujeres tuvieran oportunidades más seguras de ganar la vida, muchos grupos predicen que probablemente bajaría el número de prostitutas (Menicucci, 2012). También, equilibrar el salario entre hombres y mujeres es un paso muy importante hacia la igualdad para las mujeres (Meniccuci, 2012). La Red de Prostitutas y el gobierno brasileño ya están realizando esta meta en algunos aspectos por ofrecer clases sobre fuentes de ingreso alternativas  para las prostitutas.

Conclusión

La prostitución y el sexismo son dos entidades culturales casi tan antiguas como la especie humana. Este ensayo mostró cómo estos dos aspectos tan arraigados en la sociedad brasileña están relacionados. Si están tan ligadas, ¿seguirá prosperando la prostitución si se logra acabar con el sexismo? Es difícil imaginar que puedan existir completamente independientemente, pero las iniciativas de varios grupos han mostrado que hay esperanza para el futuro.

 Referencias

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[1] En su artículo sobre la prostitución, Foynes dice que 53/10,000 personas ejercen la prostitución en Brasil. Calcular este con la población de Brasil–casi 200 millones—da la estimación de un poco sobre un millón (United Nations, 2011).

[2] Organización no gubernamental

[3] Este porcentaje incluye la agresión física y las violaciones sexuales.

[4] Como ser verá a continuación, aunque ejercen la prostitución voluntariamente, lo hacen típicamente por razones económicas.

[5] United Nations Office on Drugs and Crime

[6] UN Population Fund

 

Biography

Linked-in photoI am a senior double-major in Spanish and Sociology. After graduation, I will be completing a year of service through Americorps VISTA and the Interfaith Action of Central Texas, where I will be working in Community Outreach.  This position will continue to work I have done throughout college with refugees in Austin. After this year of service, I plan to return to school to get my masters in Social Work and continue serving refugees and immigrants in Texas. My life’s goal is to contribute to the efforts of hundreds in our community working to create a safe and stable environment for refugees and immigrants and to promote awareness of the diverse cultures that makes Texas so great.

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